Cuando Julio López fue secuestrado en La Plata, las pasadas fantasmales imágenes del régimen dictatorial de Videla, Massera, Camps y otros ge-nocidas se hicieron presentes y reales. Fue el primer secuestro desde la llegada de la democracia. Desde ese momento el compañero López, testigo clave en el juicio a Etchecolaz, se sumó a la lista de los 30 mil desaparecidos. Una oleada de repudio y bronca recorrió el país, en medio de una indignación que se mantiene. ¿Por qué lo hicieron? El secuestro fue para intentar amedrentar a otros testigos en los juicios contra genocidas que recorren los estrados judiciales. No se trató del inicio del retorno de un régimen genocida, ya que los militares no tienen espacio político para llegar al poder. más bien están cercados por el repudio de la gran mayoría de la población que no olvida ni perdona. ¿Y qué hizo el gobierno? Los Kirchner, que se presentan como defensores de los derechos humanos, ofrecieron recompensas por información sobre el secuestro, hicieron publicar fotos en documentos y organismos estatales y expresaron su pesar por lo ocurrido. Sin embargo, en un accionar común con organismos que otrora fueron consecuentes defensores de los derechos humanos, se quedaron sólo en esas medidas, necesarias pero totalmente insuficientes. El ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanián ya empezó a preparar el terreno político para que las autoridades dejen de hacer lo poco que están haciendo, al afirmar que Julio «está muerto».¿Y qué hace la justicia? En vez de invetigar en serio buscaría el testimonio de compañeros del entorno de López. El resultado es que pasaron dos años y no hay ningún indicio del compañero. El problema de fondo es que más allá de los juicios, logrados por la movilización popular sostenida durante décadas, el poder político no movió un dedo para depurar las fuerzas armadas ni la policía, que siguen siendo cuevas de represores y corruptos. Incluso al que “se castiga”, como a Bussi, se lo “pena” en un country. Y no es el único caso de ataque a los sectores populares: nuestro compañero Lázaro Duarte fue asesinado por una patota en Neuquén, hubo represión a los trabajadores del Casino, sigue la judicialización de las protestas y otros hechos lamentables y preocupantes. Frente a esta realidad, la movilización unitaria es la mejor herramienta para exigir que se investigue de verdad y se castigue a los culpables. El 18 de septiembre el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que nuclea a más de trescientas organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos, convoca a movilizarse. Tenemos que acudir al llamado. Tiene que ser una jornada de lucha por la aparición con vida de Julio López, por el castigo a los asesinos de Lázaro, contra la represión y la impunidad.En Buenos Aires, La Plata y en cada plaza central del país tenemos que marchar unitaria y masivamente, los trabajadores y el pueblo, los estudiantes, las organizaciones sociales, políticas y sindicales y los organismos de derechos humanos que sigan impulsando la movilización. Los días previos hay que llenar las facultades y colegios de carteles y realizar todas las iniciativas posibles repudiando el secuestro y exigiéndole al gobierno la aparición con vida ya de Julio López.
JS MST en FACU